El Portador de la Eternidad
En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier institución de salud mental o centro de rehabilitación al que tengas acceso. Estando en la recepción, pide reunirte con aquel que se hace llamar «El Portador de la Eternidad». Puede que un suspiro provenga del recepcionista, quien te mirará con suma lástima. Te llevará por un tramo de escaleras a lo que debería ser el sótano del edificio; sin embargo, no lo es. A medida que progreses por el vientre del edificio, comenzarás a escuchar un conjunto de gritos. Al principio será apenas audible, como si se originara en un punto distante; pero cuanto más te acerques al final del corredor, más ruidosos se volverán, hasta que resuenen tan fuerte que pareciesen consumir todos los demás sonidos. Pronto, el estruendo se volverá tan doloroso que sentirás la necesidad implacable de desgarrarte tus propios oídos para acallarlo, pero debes ignorar este impulso. El empleado te mostrará una puerta, cubriéndose ambos oídos mientras lo hace. Tan rápido como pueda, abrirá la puerta y huirá, dejándote solo en ese pasillo estrecho y oscuro. Esta será tu última oportunidad de escapar. Si decides continuar, abre la puerta; el lamento perforador cesará abruptamente dejando tus oídos zumbando. El cuarto al que entrarás estará cubierto por una oscuridad casi tangible, excepto por el extremo lejano de la habitación. Allí, esposado a la pared, estará una figura famélica cubierta en carne cruda. Te mirará fijamente con una expresión maníaca fijada en su rostro, a pesar de estar lleno de heridas y con un escalpelo a medio enterrar en su pecho. Ahora será tu única oportunidad para salvarte, y la única manera es preguntando: «¿Quién los creó?».
Él gemirá a manera de la agónica muerte de un animal antes de responder. Su cuento será el más terrible que jamás hayas escuchado, yendo más allá de conceptos tan primitivos como el dolor y muerte. Profundizará en la esencia pura de la maldad; aquellos de mente débil se pierden en la locura al oír la historia del sujeto, así que mantente fuerte, no importa cuán débil se pueda sentir tu mente. Cuando acabe, dependerá de ti acabar con su vida, liberándolo de su terrible carga. Remueve el escalpelo y se estremecerá en agonía antes de caer en silencio… por siempre.
Ese escalpelo es el Objeto 3 de 538.
Recae en ti si los demás serán protegidos o destruidos.
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